Friday, November 30, 2012

Las gigantescas iglesias de Estados Unidos

Las iglesias en Estados Unidos no son pequeñas o grandes capillas con una sacristía para los sacerdotes y confesionarios. Las iglesias en Estados Unidos son edificios gigantescos en los que se suceden varias capillas, enormes salas y pequeñas aulas, biblioteca, grandes cocinas y comedores y gimnasio en lugares que suelen parecer laberintos de pasillos con habitaciones con carteles para indicar sus diferentes usos. El significado de tener tanto espacio es sencillo, a diferencia de las iglesias europeas que son espacios de culto, misa, funerales, bautizos, bodas y rezos, las iglesias de Estados Unidos ofrecen una multitud de servicios que no se limitan a la ocasional misa de domingo.

Los feligreses estadounidenses tienen una relación muy amplia con sus iglesias. Además de la misa dominical, visitan las iglesias en multitud de ocasiones durante la semana. Son muchas las iglesias, en su mayor parte luteranas, que organizan bingo los lunes, lectura de la biblia los miércoles y escuela los domingos, amén de otras muchas actividades como charlas o conciertos de música clásica o moderna, de cuartetos de cuerda o bandas de jazz o pop.
Una iglesia cerca de Stillwater en Minnesota, es tan grande que necesita una sección de información a la entrada

Capilla 1, ensayando para el concierto de un coro de los mejores cantantes niños de Minnesota
 
Capilla 2, ensayando para el concierto
 

Televisiones para seguir los actos en una de las capillas sin necesidad de entrar dentro, ideal para familias con bebés

Recuerdo cierta ocasión que enseñaba los días de la semana en una clase de español a estudiantes de una universidad. Hablando de que los sábados y lo domingos no había escuela, varios estudiantes me miraron como si yo fuera de marte. No soy de marte pero sí de Europa y la noción de tener que ir a la escuela un domingo me resulta, no sólo ajena, sino perniciosa para la salud física y mental de las personas. Los domingos hay que descansar, y si me apuran, ese descanso debería empezar los viernes por la mañana. Pues bien, en Estados Unidos los domingos se utilizan para ir a misa y para que los feligreses, sobre todo los más pequeños, aprendan sobre su religión, las historias de la biblia, se preparen para la confirmación y cómo ser mejor creyentes en lo que todo el mundo conoce como la escuela dominical o como dicen en inglés “Sunday School”. Los maestros suelen ser padres y madres voluntarios guiados por los pastores o pastoras que son los que ofician la misa y dirigen las miles de actividades.

Una de las actividades que más me sorprende es los grupos musicales cristianos. Chicos y chicas jóvenes se unen para cantarle salvas al Señor en clave de rock o de pop. Los jóvenes encuentran un refugio entre su grupo de amigos de la iglesia y los padres y madres se sienten tranquilos porque están entre personas decentes, que es lo que la gente suele pensar, que la gente que va a la iglesia no puede ser mala. Y buenos y malos los hay en todas partes, no porque la gente vaya a la iglesia quedan exentos de la maldad que comparte hueco en el corazón de todas las personas junto con la bondad.Y las iglesias logran mantener todo ese imperio de oferta cultural y educativa gracias al apoyo privado de los feligreses que encantados de la vida no dudan en donar a su iglesia ya sea en forma de apoyo económico o en tiempo. No es raro que la gente de por aquí te diga que el sábado por la mañana lo va a dedicar a decorar una de las capillas de la iglesia para uno de los eventos de ese fin de semana, o que otro te diga que el domingo se queda a limpiar la cocina después de una comida de la comunidad de la iglesia. Tampoco es raro escuchar a quienes van un rato a rezar en unos maratones de rezos y plegarias que duran hasta días en los que los feligreses se ponen de acuerdo para hacer turnos y rezar.

Si uno llega nuevo a una ciudad en Estados Unidos, el mejor consejo para rápidamente sentirse parte de la comunidad es hacerse miembro de una iglesia. Si no es así, la comunidad suele ser muy esquiva y es complicado sentirse miembro del lugar. Y además participar en una iglesia es el mejor modo de hacer contactos que sirven para encontrar un trabajo, enterarse de quién es el mejor manitas y a precios baratos del lugar, intercambiar impresiones sobre el mejor mecánico o anunciar que se necesita ayuda porque alguien está enfermo en la familia para que los otros feligreses echen una mano. Claro que por mucho que yo sea muy respetuosa con los ritos ajenos y entienda que detrás de ese ir a la iglesia está esa necesidad humana tan primordial de sentirse parte de un todo, me cuesta comulgar con la idea de que debo amar a Dios sobre todas las cosas, como decía un sacerdote en una misa, amarlo más que a la propia madre. Y si encima, como es mi caso, no se cree que Dios, como figura paternal y humana, exista, y que más bien, el mundo espiritual es algo inconmensurable y muy difícil de entender y aprehender, todo ese montaje de iglesia no resulta muy atractivo.

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