Friday, June 8, 2012

Se necesitan voluntarios

Cabe preguntarse cómo podría sobrevivir Estados Unidos sin la legión de voluntarios que dedican gratuitamente su tiempo ayudando y trabajando en diferentes sectores desde educación, servicios sociales, hospitales o ayuda en situaciones catastróficas. En 2010 el número de voluntarios por todo el país ascendía a 62.8 millones de personas que con su tiempo alcanzaron un valor económico no remunerado de 173 billones de dólares.

El Presidente Obama sirviendo comidas en un centro de caridad
Cualquiera que visite un colegio en Estados Unidos, apreciará enseguida que por los pasillos hay personas que llevan un pase de visitante pegado a la solapa y que no son parte del personal docente ni administrativo del centro. Por esos pasillos se sucede una corte de voluntarios que ayudan en diferentes áreas, desde programas de lectura, hasta llevar comida para los profesores cuando están ocupados con las tutorías a los alumnos por las tardes, cosa que ocurre dos veces al año, o ayudar en diferentes proyectos en las aulas.

Es cierto que entre los voluntarios por todo el país hay más mujeres, que la edad del grupo más dedicado al voluntariado es de 35 a 44 años (grupo en el que me encuentro) y que la media de horas dedicadas es de 52 al año, casi 12 horas más que la semana típica de trabajo de 40 horas. Calculo que a lo largo de este año he trabajado unas 137 horas como voluntaria en la escuela de mis hijos. He ayudado a dos profesores en sus clases, a hacer, con un grupo de otras madres, el libro de fotos para el fin del año (para lo cual dedicamos incontables horas haciendo fotos a las clases y componiendo un libro con todas las fotos de todos los niños, sus profesores, la escuela y sus clases), además de traducir, antes de que me contrataran para hacerlo con un sueldo, el boletín de noticias de diferentes escuelas del pueblo, de inglés a español, para la comunidad de inmigrantes mexicanos que no hablan inglés y para quienes el idioma es una barrera infranqueable. Todas esas horas, sin contar las otras tantas ayudando a la tropa de Girl Scouts de mi hija, para la que fui la gerente de la venta de las famosas galletas de las Girl Scouts de febrero a marzo.

Existe una larga tradición de trabajo voluntario en Estados Unidos, país que probablemente cuenta con el mayor número de voluntarios del mundo. La historia e importancia del voluntariado en Estados Unidos tiene largas raíces. Desde el inicio de la presencia de los europeos y la conquista del oeste hasta nuestros días. Los pioneros que se adentraban hacia el oeste, sabían que la unión hace la fuerza y se unían en tareas de ayuda comunitaria para enfrentarse a las duras condiciones de vida. A lo largo de los siglos XVIII y XIX el movimiento no hizo más que crecer. En 1736 Benjamin Franklin fundó el primer cuerpo de bomberos voluntarios, una tradición que sigue en nuestros días. En los 1830 y con el resurgimiento de la religión en lo que se conoce como el "Great Awakening" o gran despertar, los voluntarios crecieron. En 1881 se creó la Cruz Roja. El Peace Corps, voluntarios que ayudan en otros países, surgió en 1960 de la mano del entonces senador John F. Kennedy, lo hizo oficial como parte de uno de sus primeros actos presidenciales. Bill Clinton haría algo parecido con la creación de AmeriCorps.

En el pueblo de Minnesota donde vivo los voluntarios no sólo trabajan en las escuelas sino en centros comunitarios donde se encuentran, por ejemplo, la tienda de ropa usada o el centro de comida gratuita, que alimenta diariamente gratis a 459 familias del pueblo que de otro modo pasarían hambre. En septiembre de 2010 el río que atraviesa el centro del pueblo se desbordó como consecuencia de un exceso de lluvia que duró casi una semana y que causó estragos en los ríos de la zona. La presencia de voluntarios no se hizo esperar y cientos de personas se apuntaron a una lista para ayudar en las tareas de ayuda, desde hacer bolsas de arena para intentar salvar los muchos edificios a lo largo del río que corrían el riesgo de inundarse, y muchos acabaron por inundarse a pesar de los esfuerzos de la ciudadanía, y una vez que el agua empezó a descender, en tareas de limpieza y reubicar a los cientos de peces que se habían quedado atrapados en los paseos en las márgenes del río.

              Fotos del trabajo de los voluntarios durante la crecida del río en el pueblo en el que vivo en septiembre de 2010


        













Estados Unidos ha sido y seguirá siéndolo, durante un tiempo todavía, una gran potencia mundial. Y lo seguirá siendo durante una serie de años hasta que le arrebaten otros países el puesto de número uno, algo que se acerca más y más cada día y que a los estadounidenses les crea una gran desazón y desconcierto. En parte la gran potencia que es se debe al espíritu del país basado en la inmigración y su afán por trabajar y superarse. En parte se debe a la riqueza del país en recursos naturales. Y muy en parte se debe a ese espíritu de ayuda comunitaria que, con o sin un trasfondo religioso, permea a toda la sociedad estadounidense que no duda, incluso cuando están desempleados, dedicar su tiempo gratis a alguna causa.

Desde el comienzo de la crisis en 2008, muchas caridades han visto un aumento significativo en el número de voluntarios. Muchos de los voluntarios, sobre todo en las grandes ciudades, son jóvenes promesa sin trabajo por culpa de la crisis y llegados del mundo de las finanzas, con grandes carreras y que no dudaron en dedicar su tiempo a ayudar en una cocina comunitaria dando de comer a los pobres o ayudando a los niños en los colegios. La pregunta queda en el aire, si los voluntarios no dedicaran su tiempo gratis, ¿ese trabajo seguiría existiendo o simplemente muchas cosas no se harían? como limpiar los márgenes de las carreteras que muy en parte se hace gracias a legiones y legiones de voluntarios. Eso sí, el dinero ahorrado gracias a los voluntarios, ¿existía o no?, o pensando mal, quizás alguien se enriquezca con el ahorro que suponen los voluntarios. Dudo mucho que los voluntarios en Estados Unidos sean tan mal pensados, simplemente sienten que es un deber como ciudadanos dedicar parte del tiempo de cada cual a ayudar a los demás. Y eso en un país donde los republicanos básicamente piensan que cada uno se salve a sí mismo y que el gobierno no debe dedicar sus presupuestos a ayudar a sus gentes, a pesar de que no tengan seguro médico y acaben muriendo demasiado jóvenes por culpa de enfermedades, que de haber tenido acceso a los doctores, se habrían podido curar fácilmente. No cabe duda de que Estados Unidos es un país de fuertes contrastes.